«Baia» viaje
Hace unos meses participamos en «El País con tu futuro», un evento para inspirar a las jóvenes generaciones acerca de su futuro profesional. Entre otras actividades, organizamos un «Pasapalabra» con preguntas de ciencia y cultura general para los asistentes. Entre los equipos acertantes sorteamos un viaje a Leverkusen (Alemania), donde está la sede central de Bayer, para que pudieran conocer más a fondo nuestra compañía. Juan Miguel Benito, Alberto Blanco, Javier San Andrés y Alejandro Sanz, del IES Fortuny, de Madrid, fueron los ganadores. En este post nos cuentan sus impresiones del viaje.
Un día, una mañana, unos minutos, un concurso, veintisiete preguntas, veintisiete respuestas, un conjunto de circunstancias, ganas de comerse el mundo, una ilusión y un… “¿por qué no?”. Todo lo que un grupo de amigos necesitó para que una pequeña probabilidad se convirtiese en una bonita experiencia hecha realidad. Y… ¡rumbo a Bayer!
Qué sorpresas da la vida, un día en Madrid, dos en tierras germanas. Chucrut, salchichas, cerveza, Toni Kroos… Sin embargo, más allá de estos estereotipos, se encuentra un gran país, activamente participativo en cooperación internacional y uno de los más destacados de la Unión Europea. Pero lo que más nos concierne en este viaje es que se trata del seno de una de las más célebres empresas farmacéuticas conocidas a nivel planetario: Bayer. La que sería nuestra casa durante dos días increíbles. Una vez en el aeropuerto, el nerviosismo, la impaciencia y la ilusión se habían apoderado de nosotros. Sin embargo, pasadas dos horas y media, ya habíamos pisado suelo firme.
Entonces, sin perder un instante, nos dirigimos a uno de los edificios de Bayer, donde comimos con María José, nuestra orientadora; Sagrario, la profesora que nos había ilustrado en el mundo de la Química durante dos añitos; y, finalmente, con nuestra magnífica guía Isabel, que resolvió muchas de nuestras dudas sobre el funcionamiento del complejo. Tras esta agradable comida, nos adentramos en un jardín japonés que embellecía aún más la instalación, lugar donde nos replanteamos nuestro futuro como modelos tras las sesiones de fotos que nos hicieron nuestras tres geniales acompañantes.
Tras la visita al jardín japonés, volvimos al autobús, desde donde comenzamos nuestra ruta por las instalaciones del Chempark. A pesar de ver sólo la punta del iceberg, pudimos hacernos una idea de la gran empresa que teníamos delante. Entre las cosas que vimos podemos destacar: oficinas, laboratorios, depósitos y un centro interactivo donde se ofrecían datos de interés para los visitantes sobre la historia de la empresa y los últimos avances en investigación, además de diversas actividades lucrativas.
Después de la visita nos desplazamos al hotel, pero este no era un hotel cualquiera… Sabíamos que se llamaba “BayArena”, lo que relacionamos casi de forma inmediata con el equipo y el estadio de la ciudad, alguno de nosotros incluso sugirió de forma sarcástica: “¿Ey, os imagináis que nos alojamos en el hotel del estadio como los jugadores? Jajajajaja”. Qué razón tenía… No podíamos creer lo que estaba sucediendo, debía de ser una especie de sueño, de broma, o puede que alguien hubiese montado todo este decorado y en realidad no hubiésemos salido de la Castellana.
Y si en ese momento nuestra incredulidad y nuestro gozo era máximo, creció todavía más al ver nuestras increíbles suites individuales. Buffet, cafetería, sauna, gimnasio… En definitiva, el hotel no escatimaba en lujos. Pero no podemos olvidarnos del bonito y moderno futbolín, con el que nos entretuvimos en nuestros pocos ratos muertos y que representó nuestro único gasto real del viaje.
Tras una divertida sesión de descubrimiento del hotel, pusimos rumbo a Colonia. Una vez allí, recorrimos sus calles y aprendimos parte de su historia. Lo que más nos llamó la atención fue su atracción principal, la famosa Catedral de Colonia, una obra arquitectónica de tal belleza, magnitud y perfección, que se hace imposible describirla con palabras.
A continuación, llegó la hora de cenar, y para ello fuimos a un restaurante de nombre “Früh”, muy conocido a nivel nacional entre otras cosas por ser la casa de nacimiento de una de las mejores cervezas de Alemania. Aquí, disfrutamos de salchichas, carnes, codillos, patatas…, es decir, una cena increíblemente abundante y aún más deliciosa. Una vez salimos, disfrutamos de un encantador paseo nocturno por las calles de Colonia. Llegó la hora de volver al hotel, donde pasamos, desgraciadamente, la única noche de un viaje que vivirá para siempre en nuestro recuerdo y en nuestros corazones.
Segundo día de viaje. Allá vamos. Nos levantamos tras un sueño conciliador dispuestos a disfrutar y aprender tanto como el primer día. Después de tomar un buen desayuno para cobrar fuerzas, nos dirigimos a las instalaciones de Bayer CropScience en Monheim. En primer lugar, nos explicaron su gran expansión y su involucración en la investigación científica. Luego dimos un paseo por el Tropicarium, que recrea condiciones climáticas específicas con una gran variedad de plantas utilizadas en los diferentes productos que Bayer fabrica. Hicieron mucho hincapié en los fungicidas alabando su inocuidad para la salud.
Al terminar esta primera parte de la visita, nos dirigimos a un segundo recinto en el que se encontraban una infinidad de principios activos. Este recinto se encarga de la parte relacionada con la fabricación de nuevas biomoléculas para los productos farmacéuticos. En la entrada, nos hicieron ponernos batas, ya parecíamos unos científicos hechos y derechos. Nos dirigieron por numerosas salas donde realizaban pruebas con plantas sometiéndolas a distintas condiciones físicas, para determinar cómo afectan todas estas variables a su desarrollo y crecimiento. Al fin llegamos al gigantesco almacén de moléculas, que estaba completamente automatizado, al igual que gran parte del recinto, algo que nos hizo pensar el gran avance de la industria. Finalmente, nos despedimos de CropScience y nos hicimos una bonita foto todos juntos delante del icono de Bayer.
Entonces, volvimos al hotel para comer, por si seguíamos con algo de hambre después de la cena y el desayuno. Tras esta «ligera» comida y unas diez partidas de futbolín, tocaba la visita al estadio… ¡pero ya estábamos en él! Nos reunimos con el que sería nuestro guía y comenzamos la visita por los aledaños. A partir de aquí, comenzó la magia. Lo vimos absolutamente todo, desde las oficinas de los altos cargos del club hasta los baños de los aficionados pasando por las gradas, la tribuna, los campos de entrenamiento, la sala de prensa, la zona Vip… Como no podría ser de otra manera, nos íbamos haciendo fotos con todo lo que encontrábamos: trofeos, obsequios de otros equipos, camisetas de exjugadores y otras reliquias del propio club.
Sin embargo, uno de los mejores momentos fue la rueda de prensa improvisada en la sala de conferencias. Debió ser digna de ver nuestra actuación como jugadores, entrenadores y periodistas, tanto fue así que incluso hablando en español, el guía se reía como si nos entendiera. A continuación, vimos los vestuarios de los árbitros y del equipo visitante, para encaminarnos por fin al terreno de juego. Para ello, pasamos por una gran alfombra roja, momento en el que se abrieron las puertas de salida al campo y empezó a sonar música motivadora. Unos simples segundos que te hacían imaginar el estadio abarrotado, coreando tu nombre antes de salir al césped a darlo todo. Inimaginable. Si sólo aumentaban tus pulsaciones con esa situación, como debería ser en un partido real. Entonces, volvimos a hacer uso de nuestras cámaras para poder despedirnos a lo grande del BayArena, sabiendo que nos quedaba poco tiempo allí.
Ya de vuelta al hotel, recogimos nuestras cosas para dirigirnos al aeropuerto, mientras rememorábamos hasta el más mínimo detalle del viaje. Una vez allí, nos despedimos de Isabel, pues en ese momento nuestros caminos se separaban, unos a Barcelona, otros a Madrid. Subimos al avión, unos dormían, otros jugaban, otros escuchaban música…, y el momento que temíamos finalmente llegó. Aterrizamos en Madrid y tocaba despedirse de todo, tras dos días, apenas dos días, cargados de recuerdos, experiencia y, sobre todo, ilusión.
Como conclusión, queremos agradecer a Bayer por habernos permitido disfrutar de esta increíble experiencia, pues nos ha ayudado a entender, aunque de forma generalizada, el funcionamiento y la organización de una de las empresas químico-farmacéuticas más importantes a nivel mundial. También queremos agradecer la colaboración de nuestras profesoras, Sagrario y María José, y, como no, la labor de Isabel, que nos ha ayudado a comprender de una forma más cercana la misión principal de Bayer. Pero no podemos olvidar todos los buenos momentos, recuerdos y experiencias que nos llevamos para siempre en nuestra memoria.
Baia* viaje.
Juan Miguel Benito, Alberto Blanco, Javier San Andrés y Alejandro Sanz
Instituto de Educación Secundaria Fortuny, Madrid
Septiembre de 2017
- *Nota: No, no nos hemos equivocado, hemos puesto «Baia» a conciencia; es una licencia que nos hemos permitido como un juego de palabras, entre «vaya» y «Baia», que es como se pronuncia Bayer en alemán.
Autor: Bayer
Bayer Comunicación VER MÁS ARTÍCULOS