La vida tras un ictus

El ictus es la segunda causa de muerte en el mundo desarrollado y la primera en mujeres. Se trata de una pérdida repentina de las funciones cerebrales que se da por la falta de oxígeno en el cerebro debido a un coágulo sanguíneo o a una pérdida de sangre proveniente de un vaso sanguíneo, lo que causa una rápida muerte cerebral.
Existen dos tipos principales de ictus:
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El ictus isquémico es el tipo más común dado que sucede en aproximadamente el 85% de todos ictus y es originado por un coágulo sanguíneo en el cerebro. Dicho coágulo sanguíneo puede desarrollarse en el cerebro o viajar desde cualquier otro lugar del cuerpo. La fibrilación auricular causa aproximadamente el 20% de todos los ictus isquémicos.
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El ictus hemorrágico se produce por un sangrado en un vaso sanguíneo en el cerebro.
Un ictus puede afectar prácticamente todas las funciones humanas, haciendo que sea muy difícil el desarrollo de acciones cotidianas como salir de la cama, caminar distancias cortas o realizar actividades diarias básicas. Además de dificultar el habla y la actividad física, el ictus puede tener un impacto negativo en la salud mental. Dado que su aparición es repentina, la persona afectada por un ictus y su familia no están preparados para enfrentar sus consecuencias.
La buena noticia, es que a día de hoy y gracias a la investigación médica y al conocimiento que nos ofrece la experiencia clínica, podemos controlar algunos de los principales factores de riesgo, como la fibrilación auricular, y con ello contribuir a evitar el ictus y sus consecuencias.
Autor: Bayer
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